Hola a todos, qué tal estáis? Espero que disfrutando de la Primavera, a pesar de los bruscos cambios de tiempo y los alérgenos que nos atacan!
La entrada de hoy está dedicada a un objeto decorativo que lleva conmigo la friolera de cuarenta años, y que, estoy segura, os resulta familiar a la mayoría de vosotras. Se trata de una "estantería-casita" de madera, de aquellas con muchos "habitáculos y buhardillas" que casi todas las niñas adornábamos con jarritos, animalitos y miniaturas varias, muy de moda en los años setenta.
La historia de mi "estantería-casita" es, probablemente, la misma que la de muchas de las que me estáis leyendo. Mi abuela me la regaló un día, mi padre la colgó en mi habitación y yo la fui llenando con jarras de barro que mi abuela, mi madre y yo buscábamos juntas, con regalos de amigas, con miniaturas que intercambiaba con compañeras de colegio... Y así ha seguido conmigo, como recuerdo entrañable de mi niñez.
Como es lógico, el paso del tiempo, tres mudanzas y algún cambio de imagen (no muy acertado) habían hecho mella en ella, de modo que decidí someterla a un proceso de "rejuvenecimiento", para que volviese a lucir en todo su esplendor. Tras unos día de trabajo, aquí tenéis el resultado final:
Como os digo, durante muchos años conservé mi "casita" en su estado original, con la madera podíamos decir "en bruto". Más tarde, cuando empezaba a picarme el gusanillo de pintar y cambiar el aspecto de "las cosas", decidí barnizarla en color nogal, pues armonizaba con las estanterías de la buhardilla, donde estaba colgada. Me puse manos a la obra, y así la dejé:
Ahora entendéis lo del poco acierto en el cambio de imagen a que sí? La pobre estaba pidiendo a gritos que le quitasen todo ese barniz de encima, de modo que la primera tarea, y también la más ardua, consistió en desmontar con mucho cuidado la trasera de contrachapado (estaba sujeta solo por grapas) y lijar a conciencia.
Una vez lijada, procedí a aplicar una buena capa de "cera en crema" de "Americana Decor" a toda la estantería (no a la trasera). El resultado fue espectacular; la madera quedó perfectamente nutrida, con una suavidad y un brillo increíbles, que resaltaban toda la belleza de sus vetas e irregularidades. De modo que, en ese momento, tuve claro que el estilo que tenía que darle a mi "casita" no era otro que el "rustic-chic".
Llegaba el momento entonces de decorar la trasera. Para ello, lo primero fue aplicar dos capas (en cada lado) de pintura chalky color "encaje" también de "Americana Decor". Una vez seca lijamos suavemente, y presentamos la estantería para señalar con un lápiz los distintos huecos que iremos decorando a continuación.
Dado que la "casita" tiene cuatro pisos, decidí "empapelar" las buhardillas y la planta central con un precioso papel de decoupage de "Dayka", muy estilo "shabby". El proceso es tan sencillo como recortar el papel a la medida de los cuadrados que tenemos marcados y pegarlo con cola blanca.
Los otros dos pisos los pinté con el tono "rosa inocencia" de "Americana Decor", y apliqué una mano de cera como acabado. Finalmente, en el piso inferior fui colocando (con cinta de doble cara), cuadro sí, cuadro no, una cinta de "yute" en color crudo.
A continuación y tras aplicar una buena capa de cera protectora a la parte trasera, había que proceder al montaje de la misma, utilizando pequeños clavos en lugar de grapas. En dicha operación me ayudó mi padre, y dado que algunos clavos del tejado estaban también bastante deteriorados, los cambiamos y reforzamos.
Una vez montada, el último toque consistió en aplicar unas puntillas color crudo, también por medio de cinta adhesiva de doble cara. Et voilá! Hemos conseguido nuestra "estantería-casita" al más puro estilo "rustic-chic".
Aquí la podéis ver colgada ya en la pared, fijaos como resalta la cera el veteado de la madera!
Ya solo quedaba colocar los adornos, que como os decía, tienen también un importante valor sentimental.
La colección de jarritas de barro, por ejemplo, son regalos de mis abuelas y mi madre; la casita de cerámica la compré en Mazarrón en unas vacaciones hace 25 años. Los pajaritos de cristal fueron regalo de una compañera en EGB, la copa regalo de mi madrina, y el buho regalo de un buen "amigo".
Y entre todos ellos, un pequeño guiño a otra de nuestras aficiones, la costura, con el alfiletero regalo de una profesora de patchwork, y dos dedales, recuerdos de "El Museo Sorolla" y "El Escorial" respectivamente.
Lo cierto es que estoy muy contenta con el resultado final. Está colgada en el rincón de la buhardilla que os enseñé en este post y la verdad es que combina a la perfección con toda la decoración. Como siempre digo, no debemos cansarnos de conceder a cualquier objeto, una segunda, tercera o cuarta oportunidad; siempre nos lo agradecerán!
Bueno pues esto es todo cuanto os quería mostrar hoy. Espero que os haya gustado, y al menos os haya traído buenos recuerdos, como todo lo que nos acerca un poquito a nuestra infancia.
Me despido como siempre dando la bienvenida a las nuevas seguidoras, y agradeciendo de corazón todas vuestras visitas, cariñosos comentarios, ideas, sugerencias... Os deseo a todos una muy buena semana, y un feliz "puente"!
Un Abrazo y Sed Felices!